domingo, 4 de abril de 2010

Home & Away

No consigo mantener este blog al día. Dirán ustedes que no tengo disculpa. Diré yo que quizá intentaría tenerla, indicandoles que cada entrada supone un considerable tiempo: olisquear en notas tomadas sobre la marcha, revisar y pasar fotos de un ordenador a otro (el primero de los cuales hace aguas por todas partes ya, el pobre), luchar con una conexión non grata a la que no le gustan las fotos de gran calibre/peso, y etc etc etc. Es cierto, puede que no tenga excusa. Pero qué quieren que les diga: denme ustedes de comer y entonces le pondré música diferente cada media hora a este su blog amigo.

Después de este mea culpa con ascendente de victimismo, permitenme que les hable de la publicación que tuvo la gracia de caer en mis manos en el hotel en el que nos alojamos en Pristina (Hotel Sara, para más señas). La revista en cuestión se llama Home & Away y va dirigida a la horda de funcionarios de la UNMIK, de la UE, de la EULEX y del club de amigos de la jota segoviana que allí habita. En mis manos se encuentra en concreto el nº 3, con un total de 24 páginas, en inglés y a todo color -papel satinado. El director y redactor jefe es un tal Dennis que se parece a un tío que vende colchones en el Teletienda de Antena 3 a eso de las 4 de la mañana, a juzgar por la fotografía.


Voy a ser breve en mi crítica socioliteraria a Home & Away: se trata de una publicación deleznable. A grandes rasgos, cómo les diría yo... es una revista donde parte de esta horda de funcionarios de alto standing vierten su ansiedad y frustración por vivir en lo que efectivamente es un entorno de mierda, con la particularidad de que, en su vertido, optan por ridiculizar el destino y sus gentes asumiendo el ya muy trasnochado papel de soy Hernán Cortés y vengo aquí a traerte la cultura, salvaje de las narices.
Esta actitud, cómo les diría yo... me repatea en los higadillos, principalmente por la cobardía que pretende esconder. Se le olvida a la elite onuera que nadie les ha puesto una pistola en la boca para ir allí, sino muchos dígitos en la nómina de este destino que ellos no sólo han aceptado gustosos sino que han priorizado en su agenda. Se les olvida también que la solución es tan secilla como irse, si tan mal están. Y se les olvida también que los cortes de luz de los que tan sarcásticamente se quejan en su revista no se deben a los salvajes en sí, sino a las bombas que han lanzado sus predecesores -y a la escoria a la que han permitido instalarse en los escaños después-.

En fin. Uno de los artículos relata con una mezcla de ironía y satisfacción la inactividad del servicio público en Kosovo, entre los que él se encuentra y que, por supuesto, paga la plebe como usté que me lee o como yo. El siguiente artículo versa sobre unas vacaciones a Turquía que uno de los redactores se ha permitido con gran ilusión, y lo desagradable que le ha resultado encontrarse el hotel lleno de nuevos ricos rusos gordos -y lo desgradables que resultan asimismo esos turcos, el pobre hombre pensaba que lo iban a llevar a un gulag cuando en realidad se trataba de una camioneta de transporte de turistas! La página siguiente son anuncios diversos (de empresas de "seguridad", productoras, etc), a la que siguen las páginas de consejo financiero y cuestiones relativas a la bolsa y las propiedades, tras lo cual aparecen los chistes verdes de follarse tías y ridiculizar francesas y, por último, el listado de restaurantes y discotecas "expat friendly" -que solidariamente habrán contribuido a sufragar los costes de la revista, supongo, ya que es de distribución gratuita-.

Sin embargo, de entre todas las cosas, lo que más me sorprende es un "quiz" o concurso que hay al final de las páginas, con el que se puede ganar una cena para dos en uno de los "restaurantes que participan en la promoción". Y lo que me sorprende son las preguntas, equivalentes a mi juicio a esas de los programas nocturnos en los que una atractiva rubia de voz estridente invita a los telespectadores a llamar al 806 XXX XXX si conocen la respuesta a "qué palabra es la que buscamos se trata de una fruta de color verde empieza por P termina por A tiene cuatro letras y la da el peral cuál es cuál es cuál essss???!!!!" Pero no me sorprende porque piense que el concurso tendría que ser difícil. Me sorprende porque yo me sentiría muy insultada si hubiera llegado a Kosovo con una misión de la UNMIK y me preguntaran "What do the initials of KFOR stand for?" o "What was Milosevic's first name (ex-president of Yugoslavia)?" (aquí es el paréntesis lo que llama a la carcajada).
Claro que también puede ser que yo tenga a la ONU, a la UE y a todo su séquito muy idealizado, y que en realidad el que acaba ahí sea el mismo garrulo que podía perfectamente haber acabado en el mostrador del ambulatorio de mi barrio y que, a fin de darse la importancia de la que se sabe no poseedor, concede las horas de consulta del podólogo como si de una audiencia ministerial se tratara.

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