martes, 18 de noviembre de 2008

Día 4 (2ª mitad): De cuando el guardia civil Antonio David Flores fue enviado a impartir cursos a la policía serbia

Conseguimos encontrar la salida de Belgrado hacia la carretera que necesitamos coger. Toda una proeza, si no se cuenta con un mapa de la ciudad que la cubra por completo. Y no era el caso. Así que ole por nosotros.
Todo transcurre agradablemente con nuestro cochecito y el hilo musical interior de Verano Azul que portamos en la cabeza. Hasta el letrero "Hollywood" que han instalado en una de las colinas junto a la carretera anima el recorrido. Hasta que llegamos a Ugrinovci y nos topamos con la autoridad.
La policía nos da el alto en un control de carretera.

-¡Mierda! -espeta el que me acompaña. Iba a más velocidad de la permitida.

La permitida son 70 km/h de media en las carreteras balcánicas. En algunos casos, incluso 50 km/h o menos. Hemos llegado a ver señales de "máximo a 10km/h". Cuenta la leyenda empero que existen carreteras con modernas señales de "pise el acelerador de su monovolumen y experimente el riesgo en las venas circulando a 90km/h".

Así que se ve que debíamos de ir a 80, y el caballero nos dio el alto.
-Dobar dan
-Hello...
El señor policía mira hacia el cielo, con inequívoco rostro de "lo que me faltaba. La suegra en casa, la niña suspendiendo biología, y ahora guiris".
-You... very fast (le dice al que me acompaña)
-Yes, yes, I sorry, I don't see... no me he dado ni cuenta, sorry... road... yes... (el que me acompaña se está poniendo verde, azul, morado)
-You pay. 7.000 dinar.
El que me acompaña se echa la mano a la cartera, pero no llega a concluir la acción porque tres milésimas de segundo antes de proceder con rotundo éxito, se ha topado con mi mirada taladrante de "tú ahí quieto parao déjame a mí lidiar con john wayne". Así que alzo la voz, y traduzco en lo sucesivo la conversación mantenida con las fuerzas del orden público:
-Pero es que no tenemos 7.000 dinares... (muy importante, amiguitos, si vais a practicar estos ejercicios cuando salgáis al extranjero, que pongáis voz de rubia tonta de los chistes)
-100 euros
-Huy...no...no tenemos tanto...
-¿Cuántos euros tenéis?
-Pues... poco... Es que vamos a Uzice, porque tenemos allí una amiga que trabaja en un banco, e íbamos a sacar el dinero allí en su banco, porque así ella nos elimina las comisiones, blaaahhh blah blah blaaaah... ¿No podemos pagar la multa en Uzice?
-(...) ¿Cuánto tenéis?
-Poco. Cincuenta. (Fifty)
-Ok. Fifteen, and you go.
A mí aquí se me ilumina la bombilla. No es culpa mía si el mariano en inglés confunde la palabra "cincuenta" con la palabra "quince" cuando habla. Así que magistralmente saco un billete de 20 euros, escondiendo los demás.
-¡¡¡...!!! No more?
-No, es que no tenemos más... ¿No podemos pagar la multa en Uzice?
-(Mira nervioso a su compañero, que está un poco más alante, terminando con otro coche) Sí... pero... si pagáis en Uzice, mal, más caro... ¿no tenéis más? Ufff... Ok, see, you give me 20, and you go.
-¿Y no podemos pagar en Uzice?
Vuelve a mirar al cielo. Mete la cabeza en la ventanilla ligeramente. Me mira a los ojos.
-See. You give me 20. You go. No ticket. You understand, /niñata occidental de los cojones (en serbio)/?

Sí, claro que understand, que en este mi país también hemos sido cocineros antes que frailes. Ahí se queda con los 20 euros, y nosotros seguimos viaje hacia Uzice, a donde llegamos a las 20:30. Por el camino, me dedico a tomarle someramente el pelo a mi acompañante, el punkie, el okupa resiste, el que le habría faltado tiempo para soltar 100 euracos de soborno, acojonao hasta la médula con el señor policía serbio. Qué malvada soy.

Vemos a Vesna en la plaza principal del pueblo-ciudad, delante del macro hotel de época socialista que (seguro) vivió épocas mejores. Es una pena, porque hace ya más de 2 horas que se ha hecho de noche. No por ello el tour que nos hace Vesna tiene menos interés. Subimos hasta las ruinas del fuerte, del siglo XIV. En la montaña de al lado hay una antena de comunicaciones que también fue bombardeada durante la guerra, por la OTAN. Y entre ambas montañas, la carretera por la que hemos venido, y el río, cruzandose ambas en un serpenteo interminable. Abajo, muy abajo de ese valle en V, titiritean las luces de la ciudad, y el espectáculo es digno de ver. Parece un decorado de película futurista. Uzice, puerta a las montañas de Zlatibor, uno de los principales parques naturales de Serbia. Nos quedamos allá arriba un buen rato.
Ya de vuelta, paseando junto al río, vemos todo el despliegue de medios que los serbios tienen en él. Disculpen que vuelva a mentar a Kusturica, pero es que efectivamente es un shock descubrir que toda su parafernalia es cierta. Sus tobganes de río, sus casetas flotantes, sus planchas de madera con trampolín.
Vesna nos lleva a comer una cosa muy barata redonda, que viene a ser un pan al que le quitan parte de la miga, le meten nata agria, un huevo crudo, lo revuelven bien, y lo meten al horno, de pura piedra. Luego lo sacan, le echan un caldo muy espeso y salado como de cocer huesos y lo que caiga, y vuelven a tapar el pan con la miga.
Sé que ustedes no me van a creer, pero estaba rico.
Es ya tarde y vamos a casa de Vesna. Menos mal que tenemos coche, porque su casa está en las montañas, a varios kilómetros. Se parece, de hecho, a la de Heidi. Vesna tenía coche, pero decidió venderlo porque "no lo necesitaba". Va y viene a trabajar a Uzice en autostop. "¡Siempre hay alguien que para!"
Vesna es un ser particular. Habla perfecto español, idioma que aprendió "con una guía de conversación, porque quería comunicarme con los indios latinoamericanos que tocaban en la calle en Novi Sad, cuando estudiaba allí. Ellos no hablaban serbio ni inglés, y yo no hablaba nada de español, así que compré esa guía". Efectivamente trabaja en un banco, en el que se dedica a cuestiones financieras. Actividad que alterna con agarrar una mochila e ir a donde la dejen en sus vacaciones. Nos cuenta que en una ocasión, en Albania, conoció a unos alemanes que se ofrecieron a llevarla de vuelta a casa en coche, puesto que iban a pasar por Serbia. Pero en la frontera Albania-Kosovo, les pusieron pegas por los papeles del coche, así que tuvieron que dar la vuelta. Y ella se quedó allí. en la frontera albanokosovar. No tenía dinero, nada. Sólo la mochila. Y estaba en Kosovo. Lugar que tenía que atravesar para llegar a la "Serbia normal".
A mí aquí ya se me habían helado los higadillos.
Pero ella siguió relatando muy ufana que al cabo de unas horas apareció un autocar. Preguntó, y se ofrecieron a llevarla un trecho. Y así fue cruzando y quemando kilómetros, hasta llegar a Uzice.
-No... ¿no tenías miedo? ¿Una serbia, en pleno Kosovo albanés? ¿Sin nada de nada?
-Bueno... ¡no! ¡En los Balcanes tenemos un caracter muy amable y la gente siempre nos ayudamos unos a otros!
"Pues disculpame, entonces. Es que la tele me ha estado contando que os habéis estado liquidando unos a otros durante 4 años". Pensé yo así para mí.
Es una pena que hayamos llegado tan tarde a Uzice y no tengamos mucho más tiempo que pasar juntas. Es la una de la madrugada y seguimos arreglando el mundo. Hablamos de las sociedades, española, serbia, de cómo han evolucionado ambas. "Yo antes, como yugoslava, podía viajar a cualquier parte del mundo sin ningún problema. Podía ir a Cuba, podía ir a Alemania, podía incluso ir a España durante vuestra dictadura. Y ahora los ex-Yugoslavos, con la excepción de Eslovenia, no podemos salir de los Balcanes. Puedo ir a Bosnia, puedo ir a Croacia, puedo ir a Macedonia... pero no podemos pisar la Unión Europea. ¡Tenía que haber aprovechado a viajar entonces! Pero cómo podía nadie presagiar esto".
Vesna es serbia, y como tal, tiene su sensación de que Serbia ha sido tratada injustamente por la comunidad internacional. Pese a sus banderas antinacionalistas y demás consignas universales, antinacionalismo global que, además, verdaderamente lleva en el carácter. Pero supongo que lo cortés no quita lo valiente. "De todas formas, yo espero que en este país la gente empiece a mirar hacia adelante, en lugar de hacia atrás, que es lo que ha hecho siempre".

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es curioso, pero yo no lo recuerdo exactamente así... [cara de gruñon y mirada de asesino]

Los límites de velocidad son: 60km/h por los pueblos/ciudades, y también en las carreteras malillas, y 80km/h en las carreteras buenas. Carretera buena = camino de cabras. Eso cambia en las de montaña, que el máximo son unos 30 y, en ocasiones, cierto es, 10km/h. Claro, que a 10 por hora va a ir quién yo te diga, a 2 o 3 por hora como mucho!!! y eso si ya has quitado las piedras del camino!

Anónimo dijo...

Gracias a que en todas partes hay Antonio-David que prefieren 20 euracos en mano que ciento volando !Listilla¡ y yo también estaria acojonada y a punto de darle A "la autoridad" hasta la camisa, si me la pide.
Además el que te acompaña tenia razón cuando dijo: que bien sabia él que los balcanes estaban cerca de Georgia; la prueba es....¿que porras pinta el cartel de Hollywood en las colinas serbias???? Ah, y gracias al que te acompaña por las fotos, asi vemos algo de Serbia.
La buena Vesna, será un encanto de persona, seguro; pero arriesgada un montón. También entiendo que vendiera el coche; realmente, yendo a esas velocidades, llegas antes andando.